dijous, 28 de març del 2024

contra els idiotes

 

NÚRIA BARRIOS
Contra los idiotas
El País
16|3|2024


En 1967, un ejemplar de la Ilíada, la obra de Homero, salió de la biblioteca del instituto madrileño de San Isidro en préstamo. Aunque el plazo era de 15 días, el libro no regresó. Pero con Homero siempre hay que esperar un retorno, aunque este se demore años. Odiseo llegó a Ítaca 10 años después de que los griegos vencieran a los troyanos. La demora en el retorno y llegar cuando ya nadie te espera son cualidades homéricas. Así ha sucedido de nuevo. Como el protagonista de la Odisea, el ejemplar de la Ilíada también ha regresado a casa. En esta ocasión la vuelta ha llevado 57 años. El libro venía con una nota anónima escrita con ordenador en la que "un alumno de cuyo nombre no quiero acordarme" pedía "humildemente perdón".

Hay memoria de otros libros viajeros. Los que regresaron a sus bibliotecas cuando cayó el muro de Belín en 1889, por ejemplo. Quienes los habían sacado en préstamo 28 años antes se encaminaron al otro lado de la ciudad, ahora abierta, para entregar lo que era de todos. A un gesto aparentemente tan pequeño los griegos antiguos bien hubiesen podido llamarlo gesta, porque gesta era lo que tenía importancia para la comunidad. Y quizá habrían estado de acuerdo en que la devolución de un libro es un alegato contra los idiotas, pues la palabra idiota proviene de la raíz griega idios, que hace referencia a lo privado. En aquella época, un idiota era alguien que solo se preocupaba de sus asuntos particulares y se desentendía de lo público.

La persona que devolvió el ejemplar de la Ilíada podría haberse desentendido del asunto después de tantos años, pero escribió una nota de disculpa, buscó la dirección postal del destinatario, fua a Correos, esperó turno para ser atendido, aguardó a que pesaran el libro —¿cuánto pesa la Ilíada?— y pagó un extra para que llegara cuanto antes por Correos Express. En su decisión primó la idea de formar parte de una comunidad, de un cuerpo vivo, en el que la transmisión de los conocimientos es vital para el bienestar de los individuos. Al actuar, pensó a la contra de una sociedad que antepone el Yo al Nosotros.

La Ilíada no es un libro cualquiera. Junto con la Odisea es el libro fundacional de la literatura occidental. Narra la guerra que destruyó Troya en torno al año 1200 antes de Cristo. Describe el asedio de la ciudad por una confederación de reyes micénicos, su conquista, saqueo y destrucción. Pero narra mucho más que eso: habla de la ambición, del deseo de gloria, de la codicia, de la paternidad, del odio, de la ira, de la negociación, de la violencia, de la amistad, de la venganza...De las múltiples formas que adoptan el amor y la muerte. Es mucho más que un libro; es un espejo de la naturaleza humana. Dicen que Alejando Magno se sabía la Ilíada de memoria. Las historias de Helena y Paris, de Agamenón, de Aquiles y Héctor, de Príamo, de Odiseo...han atravesado los siglos y siguen hoy tan vivas como entonces.

Si la Ilíada era reconocida como una obra literaria asombrosa, en 1864 un millonario alemán, Heinrich Schliemann, demostró que el mundo que describía aquel libro no era imaginario, sino real. Guiándose por los versos de Homero, Schliemann llegó a la colina de Hissarlik, en la actual Turquía, y desenterró parte de la muralla de Troya. Aquel sonoro nombre no designaba un lugar fictício, sino una ciudad situada exactamente donde Homero decía. Si la lectura de la Ilíada conformó la identidad del pueblo griego y de todos nosotros, el descubrimiento de Troya cambió la historia de la arqueología.

Hay libros que resuenan con tal poder que nos resulta imposible olvidarlos. Hablan de nosotros con tan asombrosa claridad que sentimos que somos sus autores. Cuenta Alberto Mangel que, en 1990, el Ministerio de Cultura colombiano creó un sistema de bibliotecas itinerantes para llevar libros a los habitantes de regiones rurales lejanas. Todos fueron devueltos cuando el plazo se cumplió, salvo uno. Los aldeanos de una de esas regiones se negaron a desprenderse de la Ilíada, argumentando que el libro narraba su historia. La guerra que contaba era la misma que asolaba su país, los miedos y deseos de sus personajes eran sus miedos y sus deseos. El bibliotecario les regaló el libro. La Ilíada había hecho su magia: griegos y troyanos habían mudado en colombianos. Al leer la historia y hacerla suya, ellos se habían convertido asimismo en sus autores.

Nada se sabe de Homero, hay quienes piensan que no existió nunca y su nombre es una máscara tras la que se ocultan todos los que cantaron las fabulosas historias de la guerra de Troya. En la nota que acompañaba el ejemplar de la Ilíada que ha regresado al instituto San Isidro se menciona que el traductor es José Gómez Hermosilla. Él es, en esa edición, la voz de Homero.


dimecres, 27 de març del 2024

verd de parís


SANDRA ORDOÑEZ
Alerta por presencia de libros envenenados en decenas de bibliotecas alemanas
El debate
19|3|2024

 

Una sustancia usada en el siglo XIX para colorear los volúmenes puede resultar cancerígena a quienes entren en contacto con ella

Varias bibliotecas alemanas han acordado la retirada de diversas colecciones de libros, así como la emisión de una serie de instrucciones de uso a quienes los tomaron prestados, tras detectar la presencia de arsénico en algunos de ellos.

El causante es el llamado 'verde Schweinfurter' o 'verde de París', unos pigmentos que se utilizaban en el siglo XIX para colorear el acabado de portadas, contraportadas y lomos de libro, y que tenía la ventaja añadida de servir como insecticida para mantener alejada a cualquier tipo de plaga.

En concreto, el componente tóxico del ‘verde Schweinfurter’ es la acetoarsenita de cobre, una combinación de acetato de cobre con trióxido de arsénico. Al entrar en contacto con él, las personas pueden experimentar una serie de síntomas, de dolores de cabeza a edemas o cólicos, e incluso la posible aparición de tumores o enfermedades cardíacas.

Por esta razón, una sola lectura puede acarrear consecuencias. Si el contacto es prolongado, cabe la posibilidad de que los efectos adversos se agraven.

Miles de títulos afectados

La cantidad de libros retirados es considerable: la Universidad de Bielefeld, por ejemplo, está investigando 60.000 volúmenes; la de Düsseldorf, 15.000. Otras entidades afectadas son las bibliotecas universitarias de Siegen, de la Universidad de Duisburg-Essen, y las bibliotecas de Saarbrücken y Kaiserslautern.

Para detectar el arsénico, los libros han de ser sometidos a una prueba microquímica o de fluorescencia de rayos X.

Se trata, en cualquier caso, de una decisión sin precedentes y para la que, al no existir una regulación o protocolo que dicte qué se debe hacer ante un caso así, las bibliotecas se han visto empujadas a abrir una mesa de diálogo para decidir qué medidas eran las idóneas.


dimarts, 26 de març del 2024

una cosa petitona i ben feta


«Recordo la primera vegada —no fa tant— que vaig girar l'últim full d'una novel·la i vaig pensar que l'amor com a metàfora s'havia acabat. El llibre era The Age of Grief, de Jane Smiley. Em va semblar un bon llibre, que aplegava anys d'estudi sobre un tema profund, però vaig trobar que era una cosa petitona i ben feta, i recordo que seia amb el llibre a la falda quan em vaig preguntar: «Per què només em sembla una cosa petitona i ben feta? Per què hi trobo a faltar una mirada més llarga, aquí?» Gairebé a l'instant em vaig respondre a mi mateixa: «El problema és l'amor. És el catalitzador erroni. No complica el tema, l'arrana». Aquest pensament em va sorprendre. Mai abans havia considerat que l'amor pogués diluir la força d'una bona novel·la en comptes de potenciar-la.

A The Age of Grief una parella de trenta-i-pocs fa deu o dotze anys que estan junts, viuen en un poblet i tenen tres nenes. La veu narrativa és la del marit: greu, intel·ligent i de confiança. Una nit d'hivern, ens explica, torna a casa en cotxe d'un concert en una església on la seva dona actuava —ell al volant amb una de les seves filles al costat i ella al darrere amb les altres dues— i sent que ella diu: «Mai no tornaré a ser feliç». Li mira la cara pel retrovisor. Tot d'una sap que té un afer i l'únic que vol és que no ho confessi.

A continuació hi ha el relat meravellosament narrat dels mesos de vida familiar que passen mentre el marit espera poder evitar la crisi oberta, i la dona va amunt i avall com un gat malalt, intentant superar silenciosament la pròpia tristesa i el sentiment reprimit. El clímax arriba quan la família sencera agafa el grip i el marit se'ls mira amb tanta bellesa, amb tanta decència que tu, el lector, et posaries a plorar en llegir la descripció escrupolosa de la febrada que al final els ha fet sucumbir a tots. El dia abans que l'última filla es recuperi, la dona desapareix. I després torna.

La genialitat de la narració rau en la calma desesperada amb què el marit va apuntant les setmanes i els mesos de sospita infeliç mentre una evidència no volguda se li va acumulant al davant: «Tinc trenta-cinc anys», ens diu a mitja història, «i em sembla que he arribat a l'edat de la pena. D'altres arriben abans. Quasi ningú hi arriba gaire més tard...No és només que sapiguem que l'amor s'acaba, que les criatures es perden i els pares moren pensant que les seves vides no han tingut cap sentit...És més que això...Després de tanta educació, de tantes atencions...la copa ha de tornar i no la pots passar, i és la mateixa copa de dolor de la qual tot mortal beu». Això. Ha dit el que havia vingut a dir i ho ha dit prou clarament. 

L'últim paràgraf fa així: «Hauré de dir que vaig rebre la meva dona amb una gran pena, una pena tan gran com mai havia sentit? Tinc la sensació que el matrimoni és un petit contenidor, al capdavall, a penes prou gran per encabir-hi algunes criatures. Dues vides interiors, dues reflexions de tota una vida de la complexitat que sigui el desborden, l'esquerden, el deformen. O potser no és ni una cosa, no és res, no existeix. No ho sé, però no puc parar de pensar-hi».

La situació és digna de Tolstoi, Flaubert o Wharton —una parella de protagonistes que avança per la llarga insignificança de la vida i cau en el caos quan un dels dos treu el nas a fora un moment perquè no vol adaptar-se a la immobilitat que ve— i encara que Jane Smiley no tingui les habilitats dels mestres, els seus recursos són considerables. De totes maneres, per a mi, The Age of Grief no aconseguia arribar més enllà. La història em feia sentir tristor i penediment, però que fos una tragèdia inevitable no em convencia. Em trobava discutint-ne les premisses.

Era necessari que jo cregués que la dona està disposada a arriscar-ho tot per una experiència que li promet tornar-li el jo que no ha aconseguit assolir en el matrimoni; però la certesa que hi arribarà si se'n va amb l'home que ara mateix l'enardeix no em convencia gens. A mesura que la nouvelle avançava em trobava pensant «Si aquesta dona abandona el marit per l'amant, d'aquí sis mesos tornarà a ser on era. Res al món em faria creure que es coneixerà millor amb el segon home que amb el primer. Aquesta passió que sent és un pegot, un estupefaent. Tots l'hem viscut mil vegades. Està boja si creu que l'amor la salvarà. Jo estic convençuda que no».

I altre cop, vaig pensar, si se'n va de debò, què arrisca realment? Quan l'Emma Bovary es va deixar anar amb un home que no era el seu marit, o quan l'Anna Karènina va abandonar el seu marit, o quan en Newbold Archer estava desesperat i no sabia si anar-se'n de Nova York amb l'Ellen Olenska, aquesta gent realment s'ho estaven jugant tot per l'amor. La respectabilitat burgesa tenia el poder de fer d'aquests personatges uns pàries socials. Els caldria molta força per suportar l'exili. Potser de jugar-se-la així els arribaria la força del patiment que aporta clarividència. Avui no hi ha sancions per pagar, ni cap món de respectabilitat d'on excomunicar-te. La societat burgesa ja no existeix. Si la dona de The Age of Grief abandona el seu matrimoni, acabarà de mestressa de casa a l'altra banda del poble amb un home anomenat Jerry en comptes de Dave, al cap de deu minuts tindrà una vida social equivalent a la que li havia proporcionat el primer matrimoni, i al cap de dos anys el seu nou marit i ella es trobaran en un sopar amb l'exmarit i la seva nova dona i tothom xerrarà sense problemes. Al cap de dos anys més, un matí a la cuina o una nit al dormitori, s'equivocarà i li dirà Dave en comptes de Jerry i tots dos riuran.

Que aquest personatge frisi de passió eròtica en el moment crucial en què es confronta amb tot el que ha fet i tot el que no ha fet amb la seva vida em semblava poc plausible. Ja hauria d'haver après alguna cosa, vaig pensar. D'altra banda, si el que volia la dona era trobar la felicitat, aleshores la història només hauria pogut arribar més enllà si l'autora del personatge s'hi hagués ficat. Però Jane Smiley no s'hi ficava. Utilitzava directament la passió il·lícita de la dona com si esperés que jo, la lectora, acceptaria el desig eròtic tal qual com una urgència prou forta per alleugerir la vulgaritat tremenda d'aquelles vides desolades. Però jo no ho acceptava. No podia. En sé massa, de l'amor. Tots en sabem massa. No podia acceptar com a veritat que un afer amorós pogués arribar a fer sentir profundament a la dona (i per tant, a mi) les conseqüències dels seus propòsits insuficients. I és per això que una nouvelle d'altra banda excel·lent em va semblar una cosa petitona i ben feta. Com que estava amarada de convenció i no de veritat, la idea mateixa impedia a l'autora de preguntar-se les qüestions necessàries per aprofundir en el pensament i en l'acció.»

 

Vivian Gornick. La fi de la novel·la d'amor. Traducció de Martí Sales. L'altra, 2022. P. 159-163.

 

dilluns, 25 de març del 2024

déu nos en guard d'un ja està fet


«Aquest matí he llençat una novel·la per la finestra del cotxe. M'ha passat aproximadament a dos quarts de dotze a la cantonada dels carrers Westlake i Miriam, a Daly City, Califòrnia. Estava plovent. Anava cap a la botiga Red Wing, al centre comercial Westgate. Necessitava uns cordons nous. Estava aprofitant per llegir unes quantes línies d'una novel·la de Julian Barnes, El sentit d'un final, aturat en un semàfor vermell. Sovint guardo un llibre sota el seient per als semàfors. Després d'uns quants paràgrafs (soc un lector lent com una tortuga, però els semàfors de Daly City són molt llargs), m'he trobat, una vegada més, simpatitzant amb l'Adrian, un personatge que, abans del començament del llibre, se suïcida per deslliurar-se de gent com en Tony, que és qui ens explica la història. Se suposa que en Tony és un home encantador i irritant alhora. Jo només l'he trobat irritant. A veure, segurament soc injust. Cervells més intel·ligents que el meu, gent que estimo i respecto, incloent-hi la meva mare, adoren aquesta novel·la. El que he llençat  per la finestra era el seu exemplar d'un club de lectura.

En fi, el que ha passat, ja ha passat. Massa tard per fer-me enrere. La frase que m'ha tret de polleguera ha estat una cosa com ara: «He escrit un correu electrònic a la Verònica i a l'assumpte hi he posat: Pregunta: ¿creus que aleshores estava enamorat de tu?».

Deixant de banda que llegeixo per fugir dels correus electrònics, he començat a tenir la sensació que hi havia alguna cosa massa calculada, no només amb el correu electrònic en si sinó també amb el misteri central del llibre, alguna cosa transparentment poc honesta sobre el perquè secret de la culpa d'en Tony. Notava com Barnes feia equilibris abans de fer una revelació d'aquelles que deixen en xoc els assistents a clubs de lectura. No ho he pogut suportar. De manera que, cosa rara tenint en compte que soc un gran acumulador de llibres, l'he llençat. Mentre m'allunyava de la cruïlla, he vist pel retrovisor com una dona s'aturava en ple pas de vianants i examinava el llibre abandonat. Portava una bossa amb queviures en una mà i un paraigua obert a l'altra. Amb molta traça i, he pensat, amb molt d'estil, la dona ha aixecat el paraigua, s'ha posat el mànec sota l'aixella de manera que ha quedat obert darrere seu, ha abaixat la mà lliure i ha agafat el llibre. Tot seguit se l'ha ficat en una de les butxaques grans de l'impermeable.»

 

Peter Orner. ¿Que hi ha algú?. Notes sobre viure per llegir i llegir per viure. Traducció Lluís-Anton Baulenas. L'Altra, 2023. P. 112-113.


diumenge, 24 de març del 2024

cap problema


«...Txékhov va dir una vegada i una altra, protestant, suplicant, que ell no tenia cap problema. De fet, ell pensava que això era la seva feblesa com a artista. El preocupava, però sempre deia el mateix. Cap problema. I, si ens aturem a pensar-ho, quin era el problema de Chaucer? I el de Shakespeare? El «problema» és l'invent del segle dinou. L'artista fa una mirada llarga a la vida. I diu, en veu baixa, «Així, la vida és això, oi?» I es posa a expressar-ho. Deixa de banda tota la resta. Ni tan sols Tolstoi no tenia cap problema. El que tenia era propaganda, i és un gran artista malgrat això.»

 

Katherine Mansfield. Diaris. Traducció de Marta Pera Cucurell. L'Avenç, 2018. P. 188.

 

dissabte, 23 de març del 2024

el manifest ljubljana


IVANNA VALLESPÍN
Mihael Kovač
Experto en lectura y el uso de pantallas

El País
2|3|2024

Mihael Kovač (Liubliana, Eslovenia, 63 años) se confiesa un "loco" por los libros. Así que citarlo en la librería Laie de Barcelona lo hace sentirse como en casa, a pesar del largo trayecto que ha recorrido este profesor del Departamento de Biblioteconomía, Ciencias de la Información y Estudios del Libro de la universidad de la capital eslovena. Es uno de los firmantes del Manifiesto Liubliana, que propugna el fomento de la lectura de nivel superior (textos complejos) para no perder la capacidad de pensamiento crítico en una era dominada por la tecnología y el consumo superfluo de contenidos. Asimismo, ha participado en estudios que analizan el efecto de las pantallas en el aprendizaje. En una visita la semana pasada a la Universidad Politécnica de Cataluña, que se unió al manifiesto, Kovač defendió que el futuro pasa por encontrar el equilibrio entre el papel y la pantalla.

Pregunta: ¿Qué es el Manifiesto Liubliana?
Respuesta: Es un manifiesto sobre la lectura de nivel superior, que es la de cualquier texto largo que requiere concentración y con la que adquirimos conocimientos. Este tipo de lectura es importante porque nos sirve para aprender palabras y tiene oraciones largas y complejas, así que aumenta nuestra capacidad de usarlas y de pensar en sistemas complejos. Si solo sé 500 palabras, mi vocabulario será extremadamente sencillo y no podré afrontar cosas complejas. Tener un pensamiento complejo es crucial en el mundo en el que vivimos, que está lleno de soluciones simples y simplificadas.

Con esta lectura también desarrollamos la empatía, al leer sobre personajes y situaciones diferentes a la nuestra. Y esto es muy importante en la vida personal y en la profesional, nos ayuda a limitar nuestra estupidez. El 20% de los directivos de tecnologicas en EEUU estudiaron Humanidades o Ciencias Sociales y leen libros. En definitiva, la lectura podría verse como un gimnasio para el cerebro de personas que están haciendo cosas importantes en sus vidas.

P. ¿Qué problemas detectaron para concluir que era necesario este manifiesto?

R. En 2016 un grupo de académicos de varios países inició un análisis sobre las diferencias entre leer en pantalla y en libros. Y se vio que, con textos largos, cuando se lee en papel la persona recuerda mejor lo que ha leído. En base a esto, advertimos a las autoridades educativas de que la digitalización no resuelve todos los problemas y de que para mejorar las habilidades de lectura necesitamos recuperar el papel.

P. ¿Qué quieren conseguir con el manifiesto?

R. Hemos conseguido que una decena de ministros de Cultura firmen el manifiesto, pero ninguno de Educación. Estaría bien seguir el ejemplo de Suecia, donde tras unos malos resultados en PISA han recuperado la lectura en papel. Aunque no está confirmado oficialmente, si se mira el informe PISA, los buenos resultados en competencia digital son correlativos a la comprensión lectora. Mi hipótesis es que las personas que mejor usan los ordenadores son grandes lectores de libros, porque requiere concentración e imaginación. Sería un error volver a los libros porque entonces seríamos dinosaurios en la sociedad de la información, y si nos limitamos solo a las computadoras, no capacitamos a las personas para que piensen estratégicamente o para que tengan un lenguaje rico.

P. Entonces, ¿está en contra de los ebooks?

R. Para ser honesto, yo los uso para las novelas de ficción, de crimen, fantasía...Los textos más complejos los leo en papel. Los ebooks son muy útiles para según que géneros y también si no te puedes permitir comprar libros.

P. ¿Qué dicen los estudios sobre el efecto de las pantallas en los más jóvenes?

R. Los libros nos entrenan en la paciencia y las pantallas en el constante cambio y en la concentración en breves espacios de tiempo. Lo que me preocupa, y también a otros estudiosos, es que el abuso de los móviles podría sobrepasar nuestra capacidad de lectura: en otras palabras, si les damos las pantallas a los niños demasiado pronto, podrían perder su capacidad de concentrarse o de sentarse y pensar.

P. Muchas escuelas españolas han limitado, e incluso prohibido, los móviles. ¿Qué le parece?

R. Inteligente. Otro problema derivado del abuso de las pantallas es la miopía. En China casi han prohibido los teléfonos en los primeros años de primaria y han impuesto al menos dos horas al día de juego al aire libre.

P. En partes de España se observa que los alumnos no entienden lo que leen. ¿Se ha analizado?

R. No, porque es nuevo, pero afecta a muchos países, según se ha visto en los resultados de los estudios PISA y PIRLS. Debería disparar las alarmas, porque también tenemos problemas en matemáticas. Si no eres un buen lector puedes hacer un cálculo, pero no resolver un problema. Creo que [la falta de comprensión lectora] se debe a varios motivos. Por un lado, las habilidades lectoras no son las adecuadas. Otro motivo podría ser un vocabulario pobre. También puede influir el uso de las pantallas. Además, si pensamos que todos los niños son especiales y brillantes, cuando no sepan leer o comprender lo que leen, no será porque no se esfuerzan lo suficiente, porque él es brillante. La culpa será del entorno y de los que no saben bien. Así que creo que la causa es una combinación de factores sociales, culturales, políticos y tecnológicos.
P. ¿Qué propone para fomentar el hábito de la lectura?

R. En los años cuarenta se empezaron las campañas contra el tabaco o para explicar hábitos de vida saludables, como hacer deporte. Y la gente cambió sus hábitos y el número de fumadores es el más bajo de la historia, y mucha gente ahora hace ejercicio. Tenemos que trabajar duro para persuadir a la gente. Leer requiere más esfuerzo que ver vídeos de TikTok o series de Netflix. Un error de muchos países europeos es intentar fomentar la lectura diciendo que es un placer. Pues no, supone un esfuerzo. Algunas sociedades lograrán el equilibrio entre los libros digitales y los tradicionales, pero otras fracasarán y quedarán rezagadas. Las sociedades que sepan adaptarse a los cambios sobrevivirán, y las que fracasen, desaparecerán. Tenemos que ver las ventajas de la tecnología y de la inteligencia artificial. Todo depende de lo que los humanos hagamos con ellas. De alguna forma tenemos que combinar la inteligencia de las máquinas y la sabiduría de los humanos. Y ese es el gran reto para nuestra civilización. Y si lo logramos, podemos llegar a ser una civilización mejor y más interesante. Pero no imagino esa civilización sin librerías.

 

divendres, 22 de març del 2024

llibreries o barbàrie


EVA VÁZQUEZ
Llibreries o barbàrie
El Punt Avui
26|2|2024


La majoria de la gent que conec té una llibreria de referència al cap, i els més afortunats en porten dues o tres més al cor, que van acompanyar-los en les primeres lectures o que van visitar en ocasió d’algun viatge que difícilment repetiran. El petit cercle de les amistats entranyables també es forma per afinitats com aquesta: l’amor a les llibreries, com el que es professa per certs museus, o per alguns teatres, o per les velles sales de cinema de barri. Els que no solen freqüentar-ne sinó de manera ocasional han de refiar-se de vincles força més peregrins per fundar germandats així de duradores. Una escriptora em parlava l’altre dia del “tràfic de llibres” que manté amb una amiga obsessionada com ella a explorar els racons més amagats dels prestatges a la caça del desconegut, de la revelació, de l’escriptura inaudita i desaforada. Potser pensava en aquest comerç de tresors ocults dijous passat, quan vaig defensar el desordre i la soledat com una oportunitat per a la meravella, enfront de la moda que ens vol en mans de prescriptors i acompanyants, durant el lliurament del Memorial Pere Rodeja, que el Gremi de Llibreters ha concedit aquest any a la llibreria Drac d’Olot i a Xavier Antich, no en qualitat de president d’Òmnium, sinó per la calidesa amb què entén la lectura com un acte de civilització. Ho va dir ell mateix, que és fill de llibreters, una llibreria de poble fundada per un oncle pastor, i que guarda un record tan viu d’una botigueta de Rennes on els llibres se li oferien a pilons: l’antònim més precís de llibreria no és la venda en línia, sinó la barbàrie.


dijous, 21 de març del 2024

l'escriptura del desconsol



CARLOS ÁVILA VILLAMAR
Jon Bilbao: Estado de reposo
Al blog: La santa crítica
8|11|2021

Hace algunos meses, después de leer La edad del desconsuelo, la novela de Jane Smiley, acuñé un término auxiliar en mi mente, “escritura del desconsuelo”, para englobar las novelas y relatos contemporáneos que reúnen las características siguientes: 1) los protagonistas viven con sus parejas en relaciones relativamente disfuncionales y atraviesan la crisis de la mediana edad; 2) las interacciones de los protagonistas suelen reducirse al ámbito doméstico, con los hijos de ambos, con vecinos, o con otras parejas que también atraviesen la crisis de la mediana edad; 3) el frecuente oficio de escritor de uno de los dos protagonistas; 4) el típico estilo minimalista. La escritura del desconsuelo no posee bordes definidos, y no constituye necesariamente un término peyorativo. La propia novela de Jane Smiley sobre una pareja de dentistas me ha parecido bien escrita, y he encontrado en ella fragmentos notables, no tengo en sí ningún problema con La edad del desconsuelo, simplemente me sirvió para conceptualizar un fenómeno. Si el lector frecuenta una parte de la literatura contemporánea norteamericana, o una parte de la literatura contemporánea en español, quizás haya entendido a qué me refiero. Como he dicho, no tiene bordes definidos, pero en términos generales la prosa parece haberse “domesticado”, parece haberse acomodado como tema central de la narrativa contemporánea el desconsuelo de la clase media, y como principal estilo el de Raymond Carver.
La escritura del desconsuelo fluye entre las compras de la semana, la espera de los días de pago, la incomunicación de la pareja, la mediocridad de las horas, experiencias que sin lugar a dudas son comunes y que son compartidas por un público considerable. La escritura del desconsuelo, si bien no constituye en apariencia la apuesta más segura en términos comerciales para los editores (todos sabemos qué tipos de novelas son las más vendidas), sí constituyen la segunda apuesta más segura, la que mejor combina la posibilidad de guardar alguna decencia estética y la de vender un número aceptable de ejemplares. De alguna forma lo que ha sucedido en términos editoriales ha sido que la narrativa se ha polarizado: es difícil encontrar un libro de buenas ventas que conserve valores literarios, y es difícil encontrar un libro con valores literarios que tenga buenas ventas. En el medio está la escritura del desconsuelo: es fácil y rápida de leer, no cae en experimentaciones radicales, carece de cursilerías y se permite reflexiones agudas y escenas conmovedoras, quirúrgicamente controladas. Puedo declararme un ávido lector de la escritura del desconsuelo. He comprobado cómo puede asimilar sutilmente temas mayores, cómo se siente natural y honesta, y cómo raras veces suele decepcionar. El único problema es que por momentos todos sus escritores se parecen...

dimecres, 20 de març del 2024

l'estupidesa és això


Fotos de gatets a canvi de multes, la idea d'una biblioteca per recuperar usuaris i llibres
3cat
17|3|2024

Tens fotos de gatets? A la biblioteca pública de Worcester, a Massachusetts, condonen les sancions als usuaris que retornen tard o en mal estat els llibres en préstec a canvi de fotografies de felins


Has perdut un llibre de la biblioteca pública? T'ha caigut un cafè sobre el llibre i s'ha fet malbé? Situacions com aquestes han deixat de ser una catàstrofe a Worcester, als Estats Units.

Han posat en marxa la campanya "March meowness. Felines for fee forgiveness" ("Març de miols. Gats per la condonació del deute").

Una graciosa iniciativa que pretén animar els usuaris de la biblioteca pública a confessar tots els llibres que no s'han recordat de retornar a temps o els que han fet malbé.

Durant tot el mes de març poden anar a la seva biblioteca, confessar "el delicte" i evitar pagar la sanció corresponent. Què han de fer a canvi? Enviar a la biblioteca fotografies de gats.

S'accepten imatges de gats de qualsevol raça, edat o sexe. Pot ser el gat de la família o el gat del veí, fins i tot gats de refugis. Les fotografies només han de complir un requisit: els gatets han de ser encantadors. O no.

Els promotors de la iniciativa volen aconseguir que els morosos perdin la por, s'atreveixin a confessar que no van tornar aquest o aquell llibre i així "aconseguir que tothom torni a la biblioteca". Fins ara la possible sanció a què haurien de fer front els feia tirar enrere.

Des que es va posar en marxa la campanya "Març de miols", la biblioteca pública de Worcester ja ha rebut centenars de llibres retornats a destemps i també centenars de fotografies de felins de la comunitat.


dimarts, 19 de març del 2024

un llibre està fet per ser llegit


«Comencem per dir que un llibre està fet per ser llegit i assumim que el lector és una persona sensible i sensata. Ara bé, el primer que cal tenir en compte és que el que determina la mida del llibre i el tipus amb què es compon són la lectura i les seves circumstàncies; la lectura, no el que es llegeix. Un bon tipus és apropiat per a tots i cadascun dels llibres, i la mida d'un llibre no la determina el seu contingut, sinó el fet que es llegeixi sostingut a la mà (com ara una novel·la), damunt d'una taula (com els llibres d'història o de consulta, amb mapes o altres il·lustracions necessàriament grans), damunt d'un escriptori o d'un faristol (com un missal o un cantoral), o que càpiga en una butxaca (com un devocionari o un diccionari de viatge).

Per contra, alguns consideren que la mida del llibre i l'estil del tipus s'han d'escollir específicament per a cada llibre, que hi ha un tipus apropiat per a Shakespeare, un altre per a les novel·les de Wells i un altre de diferent per als poemes d'Eliot. Que el tipus que és apropiat per a un no ho és per a un altre, que la poesia elegant s'ha d'escriure amb un tipus elegant, i l'estil abrupte de Walt Whitman amb un estil de lletra abrupta; que les reedicions de Malory s'haurien d'imprimir amb lletra gòtica, i els llibres de tecnologia sense serif. Tot això és fins a cert punt plausible, i fins i tot raonable. La tipografia infame de l'anuari del Daily Mail és, evidentment, inapropiada per a la Bíblia. Una cursiva fina pot ser apropiada per a Milton, però no pas per a Tono-Bungay. Una lletra sense serif pot ser apropiada per a una traducció de Jean Cocteau, però no per a un devocionari de butxaca. I pel que fa a la mida: és impossible imprimir la Bíblia a gran escala, però uns versicles de poca qualitat semblarien i serien absurds en un llibre que s'ha de recolzar en un faristol. No obstant això, un editor amb seny parteix de la base que és la lectura, i no el que es llegeix, el que determina la mida d'un llibre i l'estil del tipus; la resta de consideracions només són influències modificadores. El primer que ens hem de preguntar a l'hora de fer un llibre és qui el llegirà i en quines circumstàncies...» 

 

Eric Gill.  «Un llibre està fet per ser llegit» (1931). A:  Per què les pàgines són així : un debat fonamental per entendre el disseny tipogràfic fins avui. Editorial GG, [2022]. P. 55-56.

 

dilluns, 18 de març del 2024

el de sempre, la vida


JUAN MARQUÉS
Lo de siempre, la vida
El Mundo
17|5|2019

En La edad del desconsuelo, una superficie familiar, inocente y rutinaria, casi candorosa, esconde un fondo turbulento y averiado

La historia de la literatura ha recurrido poco a los dentistas, y es una mala idea porque, puestos a escarbar en la intimidad ajena, a hurgar en el dolor, a hacer que los personajes abran mucho la boca... ¿quién mejor que ellos? Dave y Dana, el matrimonio que protagoniza La edad del desconsuelo (Sexto Piso), de Jane Smiley (Los Ángeles, 1949), sí que pertenecen al gremio de las endodoncias y la novocaína, de modo que viven muy bien acomodados, y no sólo en cuanto a sus cuentas corrientes sino a su felicidad familiar, con tres hijas inteligentes y cariñosas y una casa de campo en construcción...

Pero, claro, sucede que se trata de narrativa norteamericana contemporánea, de modo que, bajo una superficie inocente, rutinaria, casi candorosa, late un fondo claramente turbulento o averiado, y, de paso, todo un banquete para aquellos a quienes cada vez nos molesta más que sucedan cosas en las novelas, que tenga que ser así, o que al menos preferimos que los acontecimientos no se conviertan en sobresaltos, que todo se insinúe o que, directamente, se omita. Aquí, en la décima página del libro el narrador (que es él, David Hurst) afirma que "siempre pasan más cosas", y ese comentario casual no debería pasar inadvertido al buen lector, pues creo que en él lanza Smiley un mensaje a sus lectores, emparentando esa pequeña novela que allí empieza con la mejor estirpe de la ficción estadounidense. Lo del iceberg, sí.

The age of grief (que, el sentido que importa, es más un novelón que una nouvelle) fue en 1987 el primero de los bloques que componían el volumen homónimo, pero, al traerlo ahora a las librerías españolas, sus editores, con buen criterio, han decidido publicarlo exento, pues al aislarlo lo enfatizan, le dan su verdadera relevancia, que es realmente extraordinaria. El hecho de que el texto vaya corrido, sin una sola pausa, sin un salto, sin un espacio en blanco... apuntaría al género del relato largo, pero en nuestro sistema literario esto es claramente una novela, entre otras cosas porque yo, para tratar de resolver un debate muy antiguo, aburridísimo y un tanto estéril, propondría definir "novela" como todo aquello cuyo autor presente como tal, sin más, y me parece que así es como la concibió Smiley.

Lo que sí es decisivo es el modo en el que se van administrando y ofreciendo las informaciones, cómo se van retratando (o autorretratando) subjetivamente los cinco personajes fundamentales, que son los que forman el en principio envidiable núcleo familiar, y cómo tanto lo que hay de prosopografía (retrato físico) como lo que se nos da de etopeya (retrato psicológico, del carácter o de los comportamientos) se nos ofrece como un puzle, diseminado a lo largo de las 100 páginas, sin contradecirse pero sí matizándose, completándose, sobre todo a partir de ese momento, literalmente central (pero también crucial en lo simbólico) en el que el narrador y protagonista cambia bruscamente su modo de hacer las cosas, en una noche en la que, un poco a lo Wakefield de Nathaniel Hawthorne, se queda espiando a su familia, sin intervenir, furtivamente, a la intemperie...

El tono general es amable y hasta casi bienhumorado, pero lo que se cuenta, sin haber nada trágico, es tan desesperante como previsible: crisis conyugal, hartazgo de la comodidad, anhelo de otras cosas, sensación de haber caído en una trampa universal, dudas sobre cómo gestionar la infidelidad de tu pareja... Quien lo probó lo sabe: la perfección acaba aburriendo, y esa edad a la que alude el título (ese rótulo, por exagerado, es lo más discutible del libro...) ronda los 35 años, cuando llevas 10 de estabilidad y cabeza asentada y te encuentras en esa encrucijada que antes, o entre nosotros, se situaba en la "crisis de los 40", sobre cuya versión post-contemporánea (en la que todo es provisional) tan bien ha reflexionado Patricio Pron en Mañana tendremos otros nombres (Alfaguara), centrándose en "la exigencia de flexibilidad que era el signo de los tiempos", o que, pasando a Francia, y analizando una situación de adicción sexual, ha abordado Leila Slimani en la sorprendente En el jardín del ogro (Cabaret Voltaire), en la que, tras todas las traiciones y mentiras concebibles, se acaba apostando por la perseverancia: "El amor sólo es paciencia. Una paciencia devota, ferviente, tirana. Una paciencia optimista contra toda razón".

"Las apariencias no engañan", dice un aforismo de Juan Ramón Jiménez que Smiley, casualmente, repite y completa: "Las apariencias no engañan, creo, pero hay que saber mirar". La capacidad de observación de la autora es portentosa, y sabe expresar lo sutil o lo grueso con verdadera maestría, divertida y terrible a la vez, sin mucha anestesia. Y de todo ello ha surgido una obra maestra en la ocurre también que "los dientes sobreviven a todo. La muerte no es nada para un diente. Cientos de años bajo suelo ácido sólo sirven para mantener el diente limpio. [...] Es la vida la que acaba con los dientes. Zumo de manzana sin diluir en un biberón, el pH del agua potable"... Es, pues, lo de siempre: la vida.


diumenge, 17 de març del 2024

una nit a la biblioteca secreta


SÍLVIA COLOMÉ
Una nit a la biblioteca secreta
La Vanguardia
10|3|2024

 

Podria tractar-se del títol d'una novel·la o d'una pel·lícula de misteri. Però no. Una nit a la biblioteca secreta és l'experiència única que viuran dues persones la setmana que ve en un dels llocs més ocults de Londres: la biblioteca de la catedral de St. Paul's. Un indret únic i amb molta història, a més de molts llibres: 22.000, entre els quals no falten manuscrits medievals o incunables. L'últim arquitecte de l'edifici, sir Christopher Wren, la va dissenyar especialment fa més de 300 anys perquè quedés oculta a la vista. Acabada de restaurar, la sala estarà disponible a través d'Airbnb per passar la nit de divendres vinent. Només aquesta. I amb un bon propòsit: celebrar el dia del Llibre, que al Regne Unit coincideix amb el primer dijous de març.

No sé si dormiran molt o poc els dos afortunats que aconsegueixin la reserva que s'obre dimarts a les 11.00 CET (per als que vulguin animar-se a intentar-ho) i que tan sols costa set lliures. De llit sí que en tindran entre tant llibre antic, però quin bibliòfil podrà agafar el son al davant de tantes pàgines històriques per llegir?

Un dels volums més rellevants que atresora és el Nou Testament de William Tyndale (1526), el primer llibre sagrat traduït i imprès en anglès i del qual només perviuen tres còpies a tot el món. El seu autor defensava poder mantenir una relació directa amb Déu, sense intermediaris eclesiàstics. Evidentment, les seves idees no van ser del grat de les autoritats del moment. Va acabar executat, i els seus llibres, cremats en públic, com els que es trobaven en aquesta mateixa catedral que ara en presumeix. Ironies de la vida.

No sabem si els afortunats que aconsegueixin llogar la biblioteca podran o no consultar els seus tresors més preuats, però sí que l'experiència inclou un recorregut per la catedral, sopar en un restaurant proper, esmorzar i el regal de còpies firmades i segellades dels pròxims llibres de Penguin Random House US. L'estada finalitza amb la visita d'un altre lloc únic: la cúpula, la que Wren va dissenyar inspirant-se en la del Vaticà; Miquel Àngel, aquesta, en la de Florència, i Brunelleschi, aquesta, en la del Panteó de Roma. Quina cadena artística!

La iniciativa de la catedral de St. Paul és d'aquelles que val la pena imitar, sobretot per als que ens en quedarem amb les ganes. Quins altres llocs històrics s'hi animen?

 



dissabte, 16 de març del 2024

cims borrascosos


Creo que una vez leí Cumbres borrascosas, sin embargo, cosa que menciono porque lo único que soy capaz de recordar de ese libro es que la gente está constantemente mirando por la ventana, hacia dentro o hacia fuera.

 

David Markson. La amante de Wittgenstein. Traducció de Mariano Peyrou. Sexto Piso, 2022. P. 61.

 

divendres, 15 de març del 2024

angoixa, amenaça, alliberament


MARTA SANZ
Congoja, amenaza, liberación
Babelia | El País
27|5|2019


La edad del desconsuelo es la de un dentista de 35 años, casado con una dentista guapa, decidida y muy inteligente, que mide 1,62 y con la que ha tenido tres encantadoras hijas: Lizzie, dotada con un extraordinario sentido de la vista y una increíble capacidad para el vómito; Stephanie, que todo lo oye y se ensimisma a menudo —va a su bola—, y Leah, que aprende a través del tacto de sus manos grandes y ama a su papi con una vampírica desmesura. Son tres seres casi mágicos —maravillosamente comunes— que recuerdan a esas hadas que se meten dentro del cofre para debatir el futuro de Aurora en la versión Disney de La bella durmiente.

Si bien es cierto que esta novela breve de Jane Smiley (Los Ángeles, 1949) podría compartir algunas características con el cuento de hadas, ­enamoramientos y ausencias familiares, sospecha de que en la dulzura anidan los gusanos­, la virtud fundamental del libro reside en la voz narrativa de Dave, un hombre evidentemente privilegiado desde un punto de vista económico y aparentemente privilegiado desde un punto de vista afectivo, que es capaz de encarnar al mismo tiempo la legitimidad de algunos de nuestros miedos contemporáneos y la ilegitimidad de algunas de nuestras cobardías.

Esa fusión entre justificada cobardía y miedo preventivo, entre nuestra faceta animalesca y nuestras estrategias racionales, cuaja en el concepto de familia y dispara una pregunta basada en uno de los mimbres, parasitarios y resentidos, de nuestra propia existencia: ¿tiene derecho este hombre a estar desconsolado?

No voy a responder a esta pregunta, pero sí diré que Smiley exhi­be gran destreza para relacionar el desconsuelo metafísico con las condiciones de vida; para contarnos que la comunicación conyugal es un acto heroico; que las hijas somatizan las tensiones de sus progenitores; y que el amor puede llegar a ser tremenda carga y sustancia imprescindible para la supervivencia. La autora no solo construye con brillantez una mirada y una voz masculinas, sino que lleva a cabo el retrato de una paternidad contemporánea que se sitúa en el filo del miedo a la pérdida y el cansancio absoluto: las escenas de la fiebre de una de las hijas logran un efecto simultáneo de congoja, amenaza, liberación, inquietud. A este narrador, como hombre estereotipado, no le gusta mucho hablar, aunque quizá lo que sucede es que no habla con quien debería, porque en el libro no para de hacerlo, y esta contradicción un poco grotesca define un sentido del humor que radicaliza aún más la tristeza inexorable de La edad del desconsuelo.

Así, en un plano metaliterario, la literatura sería un modo de desviar las conversaciones urgentes. O quizá, en el extremo opuesto, la literatura es la herramienta con la que nos atrevemos a iniciar esas conversaciones que, en el espacio de lo real, resultan aterradoras. En definitiva, un libro complejo y valiente, cuajado de personajes conmovedores —las niñas aparecen perfiladas en su fragilidad, belleza y tiranía— y excelentes diálogos, con un narrador protagonista que pone el dedo en la llaga de preocupaciones acuciantes en nuestra contemporaneidad —¿qué es un “padre involucrado”?­—. Una novela que se lee con una facilidad casi peligrosa. No vayan a perderse ni un solo matiz. Sería una auténtica lástima.


dijous, 14 de març del 2024

destrueix-lo mentre puguis

 

JUAN TALLÓN
Destrúyelo mientras puedas
elPeriódico
6|3|2024

Destruir un manuscrito que no deseas ver publicado, quemarlo, o romperlo en dos, en cuatro, en ocho, en dieciséis, quizás en treinta y dos trozos, matarlo, en fin, con tus propias manos, es dificilísimo. Dista poco de ser una hermosa proeza. Necesitarías una vocación casi suicida, y que las manos fuesen capaces de tomar decisiones por sí solas, sin la intervención del pensamiento, que en el último instante se inclina casi siempre a la compasión, a decir «Qué pena» y, al final, a interrumpir la destrucción.

En una batalla fratricida contra sí mismo, muchas veces el escritor, por exigente que sea con su propia literatura, se rinde a la dejadez, y se conforma con ocultar el manuscrito, dejándolo donde no tenga que acordarse de él cada poco. En su cabeza le confiere la condición de secreto que jamás verá la luz. Pasa el tiempo, y hace como que no recuerda. El olvido es un lento montaje en vertical. Pero también una ficción, porque en el momento menos pensado, gracias a que el manuscrito aún respira, el olvido recuerda.

Escribir es en apariencia sencillo. Escribir bien es bastante difícil. Destruir lo que un día escribiste, en cambio, es prácticamente imposible. Algo te aferra a ello irracionalmente, incluso si lo aborreces. Posee un valor secreto, inexplicable, pese a que a tus ojos carezca de mérito. García Márquez dijo de 'En agosto nos vemos' «este libro no sirve. Hay que destruirlo», pero no lo hizo. Y ahora los herederos lo han publicado. Ya se sabe que resolver un conflicto por el método de la inacción representa una tentación destinada a acabar como uno no quería: mal.

Hay tareas para las que un escritor no puede confiar en nadie, salvo en sí mismo. Cuando fallece, por mucho que lo ame, un heredero solo va a ser capaz de ponerse en la piel del heredero, no en la del escritor. Así que piénsalo: destruye lo que tengas que destruir mientas puedas. No esperes que lo hagan por ti. Destrúyelo y no pienses en ello. ¿Te da pena? Aprovecha la inercia y destrúyela también a ella.


dimecres, 13 de març del 2024

el roig i el negre


«Tota literatura que es vulgui plenament normal prestarà una atenció important al coneixement de la mateixa tradició i, per tant, dels clàssics. El mes de novembre de 1991 vaig tenir la sort de poder fer una estada de tres setmanes al col·legi Saint Martin, una prestigiosa institució d'ensenyament secundari situada a Cergy, a uns cinquanta quilòmetres de París. L'escola, elitista i privada ens va sorprendre a tots nosaltres —10 alumnes que hi anàvem des del col·legi Sant Pere, concertat, a Mallorca— per la rigidesa de la disciplina i per la qualitat de les seves instal·lacions, entre les quals deu hectàrees de bosc amb un petit riu que les travessava. No gaire lluny d'aquest entorn idíl·lic es troba el poble d'Auvers sur Oise, on va morir Van Gogh, per exemple, no sense abans haver-hi pintat alguns quadres prodigiosos. De l'escola em va encantar tot, però sobretot la classe de literatura, on estaven llegint El roig i el negre d'Stendhal en una versió completa, sense manipulacions ni adaptacions de cap mena. El segon dia de classe el professor em va interrogar sobre un passatge del text. Els companys em van intentar excusar dient-li al professor que jo era un alumne d'intercanvi i que acabava d'arribar i que no era just que em demanés res. Ell els va deixar acabar i els va dir: «no li demano res d'especial, simplement com interpreta el fragment que acabem de llegir». Jo li vaig donar la meva opinió i em va felicitar. «Evidentment, el seu comentari mostra que li falten els elements contextuals, és a dir, no sap d'on ve la història i cap on va, però ha fet una magnífica anàlisi del text en concret que és el que jo li demanava. Llegir bé és el que diferencia els homes dels brètols, només si vostès són grans lectors i bons lectors podran ser els millors homes de França algun dia, que és pel que els seus pares inverteixen la fortuna que costa aquesta escola». El discurs el tinc gravat al cap, però també El roig i el negre, el llibre que llegien a classe amb total normalitat els alumnes d'aquella escola.»


Sebastià Bennasar.  «Què fem amb els clàssics?». A: Un país lector?. Xandri, 2023. P. 67-68.


dimarts, 12 de març del 2024

contra la literatura infantil

 

Fue famosa la aversión de Borges por la literatura infantil. Hombre de otra época, era natural que la viera como una aberración, consecuencia deplorable de la expansión de la industria editorial y de la segmentación interesada de los mercados. Pudo tener otros motivos, el más patente, la formación de su gusto literario en la tradición inglesa, que fue la principal damnificada por la industria de lo infantil. Muchos clásicos ingleses parecían predestinados a la puerilización; Gulliver, Robinson Crusoe, Alicia, La isla del tesoro, Dickens, Wells, fueron objeto de criminales adaptaciones, simplificaciones, continuaciones, que no podían dejar de herir la susceptibilidad de un lector agradecido. Ahondando un poco en este sentimiento, habría que preguntarse por la relación intrínseca entre lectura e infancia, relación original, y persistente aun en un lector tan civilizado como Borges. Uno empieza a leer porque es un niño, porque no tiene otra cosa que hacer, porque está disponible para los sueños ajenos; esos motivos se mantienen intactos en el lector adulto, y le dan una buena razón para respetar al niño que fue. Los libros siguen siendo los mismos, la biblioteca establece una continuidad sin rupturas de los sueños, las historias, y el destino. Hasta que de pronto, en algún momento del siglo XX, hay una bifurcación y el continuo se rompe. Por abyectos motivos comerciales (no hay otros, en realidad) empiezan a aparecer, para el escandalizado desconcierto de Borges, libros para los niños que ya no leerán los adultos.

Hasta ahí Borges, o la reconstrucción hipotética de su rechazo. Podemos coincidir en que el pecado original de la literatura infantil, más industria que género, está en este corte y separación de los dominios de la infancia y la vida adulta. Razonando mi propia aversión a la literatura infantil, yo agregaría que lo que la hace subliteratura es que no inventa a su lector, operación definitoria de la genuina literatura, sino que lo da por inventado y concluido, con rasgos determinados por la sospechosa raza de los psicopedagogos: de 3 a 5 años, de 5 a 8, de 8 a 12, para preadolescentes, adolescentes, varones, niñas; sus intereses se dan por sabidos, sus reacciones están calculadas. Queda obstruida de entrada la gran libertad creativa de la literatura, que es en primer lugar la libertad de crear al lector, y hacerlo niño y adulto al mismo tiempo, hombre y mujer, uno y muchos.

A esta separación le adjudico una consecuencia que lamento especialmente: que la industria editorial haya reservado para el ramo infantil las mejores flores de ingenio e invención en el aspecto físico de los libros. Los de adultos, los que yo compro y leo (y ¡ay! escribo), son objetos convencionales y aburridos, siempre iguales, hojas y tapas; las innovaciones y sorpresas las encontraremos solo en la sección infantil de las librerías, donde por supuesto no encontraremos nada que valga la pena leer. (No cuento los libros de arte, caros, pesados, incómodos, y también convencionales).

Ahí, desperdiciados en los niños, que tienen sus propios juguetes, están los juguetes que nos gustaría tener: libros acordeón, libros de tela, con ventanitas en las páginas, desplegables, transparentes, con ruido, transformables (como los que hizo el genial Lothar Meggendorfer), libros impresos con tinta invisible, libros origami, elásticos, y los maravillosos flipbooks o folioscopios.

Alguien podrá decir que la literatura, la buena literatura, hace todo eso, y más, sin necesidad de recurrir a manipulaciones del papel o el cartón. Que esos trucos son "cosas de niños". De acuerdo. Pero eso quiere decir que los niños han quedado implícitos en la literatura, y que es su presencia como origen persistente lo que hace buena literatura. La técnica puede dejar atrás su origen, el arte no. La literatura está brotando siempre de su fuente primigenia, la infancia, y toda separación es nefasta. El libro como objeto mágico es la prehistoria de la literatura, pero no deberíamos alejarnos de nuestra prehistoria. En la tarea de reintegrar el origen, un preliminar necesario es la reunificación de los estadios de la vida, o la devolución de la infancia al lector adulto, que es donde debe estar.


César Aira. «Contra la literatura infantil». A: La ola que lee. Artículos y reseñas 1981-2010. Random house, 2021. P. 270-273.