dimarts, 19 de juliol del 2016

rilke a ronda


L'habitació 208 del Hotel Reina Victoria de Ronda
que va ocupar Rilke del 9 de desembre del 1912 fins al 17 de gener del 1913. 

Cuando Rilke emprendió su viaje por España, no había oído hablar de Ronda, donde llegó casi por casualidad. Se sintió abrumado por la majestuosidad del paisaje y decidió quedarse por un tiempo; al final, estuvo allí desde diciembre de 1912 hasta febrero de 1913. Aprovechó el anonimato –un turista extranjero en un hotel prácticamente vacío – para realizar un ejercicio de introspección y plantearse intensamente la dirección que habría de tomar su obra, y tuvo un brote de creatividad, al contrario de lo que le había sucedido en Toledo.
Desde Ronda consiguió un nuevo estudio en París y partió en febrero para enfrentarse una vez más a la dura prueba que esta ciudad representaba para él desde que, en 1902, la visitara por primera vez. Ronda, por lo tanto, podría considerarse un lugar de descanso, un periodo de tregua en el peregrinaje –a menudo atormentado– de Rilke por los países de Europa, y una íntima experiencia de un paisaje cuyas características numinosas tuvieron una profunda resonancia en su interior.

[De la contracoberta del llibre:  Rainer Maria Rilke. En Ronda. Cartas y poemas. Introducció i notes d'Anthony Stephens. Pre-textos, 2013].

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Cuando Rilke llegó a Ronda, en la noche del lunes 9 de diciembre de 1912, eran pocos los huéspedes en el Hotel Reina Victoria. Le dieron una habitación con una impresionante vista sobre el parque, la pineda, los almendros, las dehesas, los cotos y alijares, los caminos de tierra roja, el valle hondo con los molinos y batanes que abastecían a la población, y los montes blancos de la sierra gaditana.
Sir Alexander Henderson —ingeniero británico, promotor de grandes industrias— tuvo la feliz idea de crear unos lugares de reposo saludable para la guarnición inglesa de Gibraltar. Y así construyó una línea férrea que atravesaba la sierra gaditana, y dos elegantes hoteles: el Reina Cristina en Algeciras y el Reina Victoria en Ronda.
En el Hotel Reina Victoria, uno se sentía a medio camino de Inglaterra, sobre todo a la hora del desayuno o del té, servidos con bandejas y teteras de alpaca, y con vajillas de porcelana inglesa. Los tejados de cerámica vidriada verde y las altas chimeneas le daban al edificio un aire fantasioso de cuento de hadas.
[...] El Hotel Reina Victoria tiene una arquitectura más propia de una colonia inglesa que de un pueblo serrano de Andalucía. Parece una ilustración de un cuento inglés. Sir Alexander Henderson encargó la obra a uno de los arquitectos más creativos y originales de su tiempo: Thomas Edward Colcutt, un genio que construyó también el Hotel Savoy de Londres. Podría haber levantado una arquitectura parecida en Sintra o en Madeira. Buscó un diseño original y modernista, sin referencias locales.

Mauricio Wiesenthal. Rainer Maria Rilke. (El vidente y lo oculto). Acantilado, 2015. P. 746-748.






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