dilluns, 18 de juliol del 2011

genis i companyia (I)


 
"En el verano de 1983, poco antes de emprender un viaje a Nueva York, una amiga me recomendó encarecidamente que acudiera a una pequeña librería literaria situada, inverosímilmente, en pleno centro de la ciudad, a pocos pasos de Times Square.
La librería, que visité apenas pude, resultó ser un auténtico sueño. Sus abarrotados estantes, que a veces contenían una doble fila de libros, guardaban la más apetecible selección de literatura contemporánea que pudiera desearse, ordenada en estricto orden alfabético. En aquella época el autor de mis desvelos era James Joyce. Al principio, me ofendió seriamente ver que, llegado a la "J", no aparecíera por allí ningún libro del irlandés genial, sobre todo porque me había fijado que en una mesa, casi cubierta por una gruesa capa de papeles, había una excelente reproducción, en tamaño reducido, de la estatua que adorna la tumba de Joyce en Zurich. Creo que me faltó poco para quejarme, pero pronto di con un mueble especial rebosante de libros de y sobre el Maestro. En fin, por repetir las palabras que Frances Steloff le oyó decir a Cyril Connolly después de su primer contacto con la Gotham Book Mart: "Jamás había visto bajo un mismo techo tantos libros que me apeteciera leer". Y, sin embargo, el verdadero encanto de la librería, aquello que hacía que uno se sintiera verdaderamente a gusto en ella, no había que buscarlo sólo en la fastuosidad de su fondo. Su misma atmósfera, el aparente caos de las estanterías llenas a rebosar, el constante ir y venir de los atentos dependientes, las viejas fotografías de escritores que cubrían las paredes, le daban un aire que contrastaba gratamente con el aséptico entorno de las librerías "de cadena" de la Quinta avenida, a cuatro pasos de allí y que había visitado poco antes.

Por supuesto, durante los dos meses que duró mi estancia en Nueva York, volví muchas veces a aquella inagotable librería, y terminé por familiarizarme con cada una de las secciones. Como soy una persona tímida, y puesto que por aquel entonces mi inglés distaba de ser fluido, la verdad es que no llegué a hablar mucho con los dependientes -que, por otra parte, se guiaban por el sabio, pero lamentablemente no universal principio de dejar en paz a los clientes, a menos que éstos pidieran su ayuda- pero ello no me impidió reparar en una viejecita entrada en años que, a pesar de su avanzada edad, circulaba de un lado a otro del local con envidiable vitalidad y con aspecto de llevar las riendas de todo aquello.

Tres años después, otra escapada veraniega me llevó a la Universidad de Cambridge y a su excelente biblioteca. Buscaba cierto artículo en los tomos encuadernados de la revista norteamericana Journal of Modern Literature cuando di casualmente con un número monográfico dedicado a la Gotham Book Mart de Nueva York. Por las fotografías que ilustraban la revista supe que la viejecita hiperactiva que había llamado mi atención tres años antes no era otra que la propia Frances Steloff, la fundadora de la librería, cuyas memorias, convenientemente ilustradas, formaban el grueso de aquel número monográfico. Se trata, en efecto, del libro que el lector tiene ahora en sus manos."



Introducció de José Manuel de Prada (que també és el traductor) a: Frances Steloff. En compañía de genios: memorias de una librera de Nueva York. Rosa Cúbica, 1996.



5 comentaris:

  1. A propòsit de l'aparador que presideix l'apunt d'avui:

    "...dejamos que Marcel Duchamp y André Breton realizaran un montaje en nuestro escaparate a propósito del nuevo libro de Breton, Arcane 17, publicado por Brentano. El contenido quedaba enteramente a su libre elección. Era un escaparate enorme, y estuvieron montándolo la mayor parte del día siguiente. El montaje incluía una bella figura sin cabeza, de cuyo muslo sobresalía un grifo, llamada "Lady Hardware", y de fondo un cuadro de Matta.

    Al día siguiente, antes de que hubiese tenido tiempo de examinarlo atentamente, entró el señor Sumner [nota de Matilde, la transcriptora: aquest senyor era el secretari de la Societat Antivici de Nova York] . Yo me sentía tranquila, convencida de regentar la librería más pura del mundo. Le saludé y pregunté cuál era el problema.

    -Me han transmitido una queja -dijo, señalando hacia el escaparate.

    -¡Pero si lleva delantal! -repuse yo.

    -No se trata del maniquí. Es el cuadro de fondo -replicó.

    -Pero si es de Matta. Hay cuadros suyos en la colección permanente del Museo de Arte Moderno -dije.

    -No hay nada que hacer -replicó-. Hay que quitarlo.

    -Pero señor Sumner, me resulta tan imposible modificar ese escaparate como alterar una obra maestra. lo montaron Breton y Duchamp en persona. Déjeme salir y ver qué es lo que le molesta.

    -No se trata de mí -dijo él-. Es una queja que me ha llegado.

    Salimos y él me señaló dos pequeñas figuras del cartel, que apenas podían distinguirse, una de las cuales enseñaba los pechos. Le dije:

    -Hay que tener la mente sucia para ver obscenidad en esto.

    [...]

    Aquella tarde, tuve la idea de cubrir el punto "objetable" con la tarjeta del señor Sumner, que él me había dado, y colocar una tarjeta debajo, en la que, con letras grandes, pusiera "CENSURADO". Esto atrajo todavía más multitudes que antes, y el montaje estuvo en el escaparate una semana entera."

    En compañía de genios, p. 77-78.

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  2. Un cop llegit tot plegat, crec que la història de l'aparador m'ha arribat més que la cita del de Prada. Les aventures del Duchamp (i encara més acompanyat del Breton) són de les coses d'aquesta vida que em produeixen més enveja. Estranyament, és una enveja "sana" (si és que això és possible).

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  3. miquel hyde18/7/11 18:27

    (aviso : em fico amb el títol del post)
    si per als etnòlegs el concepte "raça" s'hauria de bandejar, per als culturetes, la idea de "geni" crec que l'hauríem de fer desaparèixer del vocabulari
    (al marge d'això, i encara que no m'agradi la mitomania, divertida l'anècdota de Duchamp)

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  4. Curiós nom el de Gotham Book Mart. Diu que el primer a utilitzar el nom de Gotham com a nickname de Nova York va ser Washington Irving el 1807, però m'agradaria saber que hi significa "Mart". A mi la veritat és que no em fa nosa la paraula geni; deu ser perquè no soc cultureta.

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  5. El nom el va triar la mestressa, la Frances Steloff; volia que "book mart"(=mercat de llibres) formés part del títol.
    Sobre el Gotham, el traductor ens ofereix una nota a peu de pàgina:

    "Gotham es el nombre de una ciudad de Inglaterra, proverbialmente famosa por la hazaña de sus habitantes, que se fingieron locos para disuadir al detestado rey Juan de establecerse en las cercanías. En algún momento, el nombre pasó a convertirse en un apodo para Nueva York".

    I si no t'agrada el títol del post, què hi farem, Hyde, la veritat és que no m'hi he escalfat gaire el tarru; m'he limitat a agafar el títol de les memòries de la llibretera i passar-lo per l'Asterix. Com veus, i referida a la meva personeta, la paraula geni podria desaparèixer ara mateix del diccionari!!

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